Cuando la Junta anunci\u00f3 que en el camino a la normalidad la hosteler\u00eda abrir\u00eda hasta medianoche y los bares musicales y discotecas hasta las dos, pas\u00f3 por alto que los locales que cuentan con estas licencias son contados. Lo que parec\u00eda una ventaja result\u00f3 un inconveniente y de esta suerte la situaci\u00f3n empeor\u00f3, ya que para los pocos pubs que pueden servir copas hasta las dos, evitar la aglomeraci\u00f3n ha sido imposible. Si a esto se une la prohibici\u00f3n del botell\u00f3n y el cierre de las playas, los resultados saltan a la vista: hoy por hoy los j\u00f3venes, a los que nadie les ha pedido opini\u00f3n, beben el doble que antes, en mucho menos tiempo y en los lugares m\u00e1s insospechados. Es lo que tiene ponerle puertas, que ahora beben como si no hubiese un ma\u00f1ana en vez de administrarse los pelotazos a lo largo de la noche.<\/p>\n
La \u00e9poca dorada del botell\u00f3n naci\u00f3 cuando reinaban el whisky DYC, la ginebra Rives y el ron Bacard\u00ed, y el Passport y el Glen Clova sab\u00edan a gloria. Ni siquiera cuando se inventaron los\u00a0botell\u00f3dromos<\/i>, a ra\u00edz de la Ley Antibotell\u00f3n, se prodigaron tanto como entonces, y menos donde estuviese prohibido. Los j\u00f3venes acataron la orden y s\u00f3lo se beb\u00edan lejos de las zonas acotadas aprovechando que algunos ayuntamientos se tomaron con calma la definici\u00f3n de los espacios autorizados. La cultura del botell\u00f3n parec\u00eda bajo control en los \u00faltimos a\u00f1os hasta que ha renacido de repente. Hoy, en mitad de la pandemia y con los bares cerrados a las dos, cuando la noche es joven para ellos, muchos se hacen fuertes con su bolsa de hielo y su pack a la carta en funci\u00f3n del bolsillo y los gustos del consumidor. La media suele ser una botella de alcohol por cada dos, m\u00e1ximo tres, y que no falte un altavoz para que suene la m\u00fasica. Treinta a\u00f1os despu\u00e9s, el botell\u00f3n no conoce rival.<\/p>\n
Este verano se ha puesto de moda beber en los pisos para evitar complicaciones, aprovechando que los mayores han salido a cenar o simplemente no est\u00e1n. De las distancias, ni hablamos. Obviamente, el lugar preferido para la mayor\u00eda sigue siendo la playa, pero el cierre nocturno decretado por la Junta los ha dispersado por todo el litoral huyendo de los focos. La mayor\u00eda de ayuntamientos hacen la vista gorda porque no dan abasto, por m\u00e1s que se afanen los contados agentes que patrullan por la noche. Al no existir una zona limitada, encima las consecuencias son peores, ya que en mitad de la borracher\u00eda, a aquellos j\u00f3venes que les da por convertirse en gamberros lo mismo les da por destrozar el mobiliario urbano que por regar de basura el terreno que pisan. Muchos gobernantes apelan al toque de queda porque no logran controlar el botell\u00f3n en los parques y playas. Pero esta opci\u00f3n la rechazan los hosteleros y no pocos veraneantes, a los que las concentraciones y tantas prisas a la hora de intentar tomar la pen\u00faltima copa les se\u00f1alan de que el remedio puede ser peor que la enfermedad. Algunos ayuntamientos animan a los due\u00f1os de bares y pubs a obtener la licencia para ampliar su horario y aumentar la oferta. Con un limitador de sonido, algo m\u00e1s de mil euros y la buena voluntad de las partes, algunos empresarios de la noche han seguido su invitaci\u00f3n. Pero los j\u00f3venes salen de casa cada vez m\u00e1s tarde y el botell\u00f3n siempre ser\u00e1 una opci\u00f3n, puesto que a las dos los echan a la calle. Lo natural a su edad es que apuesten por alternativas que prolonguen la diversi\u00f3n y el ocio. Encima les sale m\u00e1s econ\u00f3mico. \u00bfQui\u00e9n da m\u00e1s? S\u00f3lo quien se olvide de que un d\u00eda fue joven no podr\u00e1 verlo, \u00bfverdad?<\/p>\n