{"id":3266,"date":"2025-01-27T10:50:15","date_gmt":"2025-01-27T09:50:15","guid":{"rendered":"https:\/\/juristas-ruidos.org\/?p=3266"},"modified":"2025-01-27T10:50:23","modified_gmt":"2025-01-27T09:50:23","slug":"el-ruido-una-plaga-espanola","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/juristas-ruidos.org\/el-ruido-una-plaga-espanola\/","title":{"rendered":"El ruido: una plaga espa\u00f1ola"},"content":{"rendered":"

El desprecio al silencio deval\u00faa la m\u00fasica, da\u00f1a el debate, expresa nuestro desd\u00e9n por el espacio compartido<\/h2>\n<\/div>\n

Los espa\u00f1oles creemos ser m\u00e1s cainitas, m\u00e1s dejados y m\u00e1s envidiosos, pero lo \u00fanico que nos diferencia de otros pa\u00edses es que somos m\u00e1s ruidosos. El ruido es un romance nacional, como prueba el hecho de que tenemos tantas palabras para fiesta \u2014jarana, parranda, juerga, cachondeo\u2014 como los esquimales para la nieve. No niego que, a lo largo del tiempo, ha habido un silencio a la espa\u00f1ola. A veces, tan hermoso como el \u201cmaravilloso silencio\u201d del que habla\u00a0el\u00a0Quijote<\/i><\/a>, la quietud de las clausuras o la hora sagrada de la siesta en el verano. Otros silencios son m\u00e1s tristes: el de los pueblos que ya no tienen escuelas, por ejemplo. O el silencio que sigue a la tragedia: \u201cPueblo viejo de Belchite, \/ ya no te rondan zagales, \/ ya no se oir\u00e1n las jotas \/ que cantaban nuestros padres\u201d. Incluso ese \u201c\u00a1a callar he dicho!\u201d, de\u00a0Bernarda Alba<\/a>, que nos recuerda tantas \u00e9pocas en que callado uno estaba m\u00e1s tranquilo. Pero no nos enga\u00f1emos: por cada procesi\u00f3n del silencio, tenemos mil masclet\u00e1s, y el\u00a0\u201cvag\u00f3n silencio\u201d<\/a>\u00a0del AVE bien podr\u00eda llamarse \u201cvag\u00f3n utop\u00eda\u201d. \u00bfQuiere usted reconocer a un grupo de compatriotas desde lejos? Son esos que parecen estar peleando.<\/p>\n

Hay m\u00e1s pa\u00edses ruidosos: un\u00a0pub\u00a0<\/i>en la City poco tiene que ver con la Inglaterra id\u00edlica, y a\u00a0Fernando Vallejo<\/a>\u00a0se lo llevan los demonios con tanto vallenato all\u00e1 en Colombia. Quiz\u00e1 incluso la antropolog\u00eda haya dado con alg\u00fan ritual guerrero que, en\u00a0Laponia\u00a0<\/a>o en el\u00a0delta del Okavango<\/a>, llegue a la intensidad decib\u00e9lica de un\u00a0verm\u00fa\u00a0<\/a>de domingo entre espa\u00f1oles. S\u00ed, hay m\u00e1s pa\u00edses ruidosos, pero ninguno que lo sea de esta manera autosatisfecha y recalcitrante. El ruido encarna esa alegr\u00eda y ese jaleo que nos gustan y acompa\u00f1a a la simpat\u00eda, que es la mayor virtud reconocida en un pa\u00eds donde la expresi\u00f3n \u201ccachondo mental\u201d es una alabanza.<\/p>\n

El amor por el ruido, sin embargo, se ve ante todo en el desprecio activo al silencio, que por el contrario es sintom\u00e1tico del pecado m\u00e1s abominable a nuestros ojos: ese esnobismo que afrenta a nuestra llaneza y nuestro esp\u00edritu gregario. As\u00ed, el silencio es para tiquismiquis y exquisitos, o quiz\u00e1 para esos pa\u00edses que pensamos que son tristes solo porque no tienen el sol que a nosotros nos churrasca ocho meses al a\u00f1o. Hoy, adem\u00e1s, el silencio es una vivencia de lujo individual, y como todo lujo y todo individualismo, es motivo de sospecha. La del silencio es una batalla perdida en un pa\u00eds donde el Ayuntamiento puede poner a Shakira un domingo a las ocho de la ma\u00f1ana por megafon\u00eda: el supremo deber de educarnos con un medio marat\u00f3n o con el D\u00eda contra la\u00a0Alopecia androgen\u00e9tica<\/a>\u00a0ha de imponerse al de dejarnos en paz.<\/p>\n

Hace a\u00f1os, todav\u00eda se ve\u00edan carteles que, en las cl\u00ednicas o en las iglesias, lo ped\u00edan: \u201cSilencio\u201d. Han desaparecido, sin duda por su inutilidad. Ahora el silencio nos pone nerviosos. Cuando muere alguien, se aplaude al ata\u00fad. En los minutos de silencio suena\u00a0El cant dels ocells<\/i><\/a>. Ninguna autoridad har\u00e1 nada contra esas motos que pasan petardeando, con un impl\u00edcito \u201cos jod\u00e9is\u201d, para despertar a todo el barrio. Incluso alg\u00fan consultor que quer\u00eda pensar \u201cfuera de la caja\u201d ha ido poniendo pianos en los aeropuertos para que, mientras comemos un bocadillo cobrado a precio de\u00a0Patek Philippe<\/a>, alguien nos recuerde por qu\u00e9 le expulsaron de solfeo. Cada d\u00eda, en fin, tenemos ocasi\u00f3n de o\u00edr lo que rebosa de los cascos ajenos en trenes y autobuses, vivencia de la que se nos debiera privar aunque sonara, que no suele,\u00a0Monteverdi<\/a>. El desprecio al silencio deval\u00faa la m\u00fasica, da\u00f1a el debate, expresa nuestro desd\u00e9n por el espacio compartido, es decir, por los dem\u00e1s. Y contribuye al desprestigio de ese gesto supremo de sabidur\u00eda que es cerrar la boca.<\/p>\n

Hay un ruido hermoso de la vida, y por eso hay que reservarlo para las ocasiones: los goles, el amor, el juego de los ni\u00f1os. Mientras, como dec\u00eda un cartel le\u00eddo hace poco en una iglesia italiana, hay que \u201cconservar\u201d el silencio, porque el ruido nos acosa por s\u00ed solo y ya sabemos que no hay ma\u00f1ana de s\u00e1bado sin aspiradora, jard\u00edn id\u00edlico sin cortac\u00e9spedes ni noche al fresco sin fiesta rociera del vecino. Alguna gente solo sabe que existe por el ruido que genera, pero resulta abusivo que quien hoy quiera silencio vaya a tener que pag\u00e1rselo en alg\u00fan\u00a0resort<\/i>. Baroja so\u00f1aba con un pa\u00eds \u201csin moscas, sin frailes y sin carabineros\u201d. Algunos somos m\u00e1s modestos: empecemos por librer\u00edas sin hilo musical.<\/p>\n

Leer m\u00e1s \u2013 Fuente: www.elpais.com\/<\/a><\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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