La asociación Stop Ruido Casco Histórico pide que la nueva ordenanza sea realmente efectiva.

Los decibelios máximos en horario nocturno que permite la actual ordenanza de ruidos son 55. En ningún caso un dormitorio debería soportar, entre las 22.00 y las 8.00, ese nivel de sonoridad. Pero en el domicilio de Jesús Gil, vecino de la calle Mayor de Zaragoza, se alcanzaron los 72 decibelios en la madrugada del pasado domingo, según atestiguan las mediciones realizadas por la asociación Stop Ruido-Casco Histórico Zaragoza, que hace unos meses instaló tres sonómetros en otros tantos inmuebles, al que ahora se ha unido un cuarto en la calle San Jorge ante el auge del ‘tardeo’.

El despertador de Jesús suele activarse hacia las 7.00 de la mañana. “Pero desde el jueves hasta el domingo raro es el día que concilio el sueño hasta esa hora”, asegura. De hecho, para evitar esta situación, muchas veces se ve obligado a huir con su mujer y refugiarse en otra localidad: “Muchas veces nos tenemos que ir a pasar la noche al pueblo de mi padre, San Mateo de Gállego, a veinte kilómetros de nuestra casa, para poder dormir. Sentimos que estamos ante un problema de salud pública y también que nos echan de nuestra casa”.

Jesús realizó el pasado verano una fuerte inversión de cara a impedir la entrada de ruido en su domicilio, cambiando los ventanales por otros nuevos: “Instalamos triple acristalamiento en todas las ventanas, pero sigue escuchándose la música de los bares, los gritos, ruidos… Después, cuando ya amanece, pasan los camiones de limpieza, que lo dejan todo limpio, pero claro, también implica más contaminación acústica”.

Los 17 decibelios por encima de lo marcado por la norma no son, a juicio de este vecino del Casco Histórico de Zaragoza, un poco más, sino que “estamos hablando de casi un ruido similar al que se puede registrar en un polígono industrial. Eso no es sano y nos afecta directamente al sueño y a la salud a corto y largo plazo”.

Jesús critica que el desarrollo de zonas de fiesta haya sido posterior a la urbanización de las zonas. “En ocasiones tengo que escuchar que vivir ahí fue decisión nuestra, pero eso no es cierto. Nosotros llegamos primero. En 1980, lo que hoy son bares de fiesta eran un restaurante, una tienda de caza y pesca, una charcutería… Lo más parecido a un negocio de ocio nocturno era un bar de tapas, pero que tenía un horario normal y cerraba cuando tenía que cerrar”.

La asociación Stop Ruido-Casco Histórico instaló tres sonómetros, uno de ellos en la casa de Jesús, con los que ha constatado que en las calles Cuatro de Agosto, Espoz y Mina y Mayor “se supera el límite permitido la mitad de las noches del año”. Recientemente han sumado un cuarto aparato, en la calle de San Jorge, también en el Casco, donde varios bares llevan tiempo incrementando su actividad desde las tardes de los sábados, cuando tiene lugar el ‘tardeo’.

Nueva ordenanza

El consejero municipal de Urbanismo de Zaragoza, Víctor Serrano, anunció este martes un “altísimo grado de consenso” en la primera reunión con los grupos políticos para impulsar una nueva ordenanza del ruido y prevé que pueda quedar aprobada definitivamente entre abril y mayo. La norma está pendiente de dos informes jurídicos. Serrano señaló que la ordenanza va a ser “clara” y se va a hacer cumplir en los casos concretos en los que sea posible delimitar un responsable.

En las actividades actividades que fomenten el consumo de bebidas alcohólicas en la calle podrán ser sancionados tanto quienes estén consumiendo en la vía pública como los titulares de esas actividades. Por el contrario, aquellos que ejerzan su actividad con responsabilidad y se preocupen de no generar molestias no tendrán ningún tipo de responsabilidad. Según Serrano, la ordenanza tiene claro que el descanso de los vecinos es “fundamental” y no tiene que ser “incompatible” con quien ejerza de manera legal y cumpliendo los requisitos determinadas actividades que generan valor en Zaragoza. Después de la aprobación de esta ordenanza del ruido, Urbanismo trabajará en la delimitación de las zonas saturadas.

Desde Cafés y Bares, José Luis Sanz insiste en definir bien una reglamentación que “no puede quedar abierta a interpretación” y pide al Ayuntamiento que llame al sector para escuchar sus propuestas. En la asociación Stop Ruido no acaba de gustar el borrador, aunque “contiene algunas medidas” que habían propuesto y sacarlo adelante era “una obligación desde 2007”.

Fuente: heraldo.es