Un vecino de Lugo pide una solución urgente al «infierno» en el que se han convertido las noches en su casa: «Hasta van con un patinete de un lado al otro de la vivienda»
Un vecino de Lugo, Juan Carlos Rivas Varela, se ha plantado este jueves ante el Ayuntamiento de la capital lucense para exigir que la administración municipal le busque una solución a los problemas que está teniendo con los vecinos de arriba de su vivienda desde hace más de un año, dado que, indica, no le dejan pegar ojo ni a él ni a su mujer «hasta altas horas» de la madrugada. Una situación insostenible ante la que solo ha encontrado una alternativa: ponerse en huelga de hambre.
En declaraciones a EFE, Juan Carlos, que vive en un edificio en la parte alta de la Avenida da Coruña, asegura que los moradores del piso superior no «dejan de hacer ruido hasta las tres o las cuatro de la madrugada, porque al día siguiente duermen hasta las dos de la tarde», lo que ha convertido la convivencia en un auténtico infierno para él y para su mujer.
«Se escuchan gritos, insultos, portazos y hasta un monopatín que recorre el piso de arriba de un lado a otro de madrugada», narra Juan Carlos Rivas, quien también explicó que la Policía Local se presentó en varias ocasiones y tramitó las correspondientes denuncias, pero «a ellos les da igual, porque son insolventes y no pagan las multas».
«No podemos vivir»
Rivas apunta que la situación se vuelve incluso peor cuando se presenta la Policía Local, porque «cuando se van los agentes hacen todavía más ruido». Este hombre, dice, habló con el propietario, pero de momento, aunque le dijo que ni siquiera tienen al día «el pago del alquiler», no «hizo nada» efectivo para solventar esta situación.
A finales de mayo, Juan Carlos, que ha sido sometido a dos operaciones oncológicas en los últimos años, se presentó en el Ayuntamiento de Lugo para pedir ayuda, pero a pesar «de las promesas», la situación no ha cambiado nada y, llegados a este punto, asegura que está dispuesto a mantener la huelga de hambre hasta que se solucione una situación que no le deja vivir.
«Llevamos un año sin poder dormir. Hasta las tres o las cuatro de la madrugada no paran los ruidos y mi mujer tiene que levantarse a las seis de la mañana para salir a trabajar. No podemos vivir. No puedo vivir. No pienso marcharme hasta que me den una solución», asegura. «Esto no es vida. No se puede vivir con esta tensión. No podemos más», concluye.