La proliferación de estas concentraciones entre los adolescentes tras la desescalada reaviva un problema que ahora además supone un riesgo de contagio porque no adoptan medidas de seguridad
Las concentraciones juveniles en plena crisis sanitaria se han convertido en una de las grandes preocupaciones sociales del momento. Muchos jóvenes acuden a las botellonas desprovistos de mascarillas y se reúnen sin cumplir en muchos casos las distancias de seguridad. El exceso de confianza alerta a los profesionales médicos, que avisan de que aunque muchas personas de esta edad cursan la enfermedad sin síntomas, son importantes vectores de contagio. Si en una botellona está el virus, su propagación posterior es incontrolable. En Sevilla, la opción que han tomado muchos de ellos es buscar nuevas zonas con grandes explanadas, para rebajar algo el riesgo, pero esto desemboca en otro problema de convivencia.
Los vecinos del Sur de Sevilla señalan el Parque Guadaíra, los alrededores del Colegio Corpus Christi o el aparcamiento de Palmas Altas como principales espacios para el botellón en esta zona. Paco Aguilar, del Foro de Heliópolis, señala que, después de varios meses de confinamiento, «los jóvenes han perdido el miedo al virus» y han pasado a celebrar estos eventos a diario, generando problemas de ruido y suciedad al dejar botellas y envases tirados por el suelo. Por su parte, Conchita Rivas, presidenta de la Asociación Bermejales 2000, sostiene que haría falta «un mayor control policial» para acabar con las concentraciones, in crescendo durante la desescalada, además de llamar a la responsabilidad cívica, porque «no podemos achacar la responsabilidad de todos los problemas a los políticos».
Álvaro Cisneros, presidente de la Asociación de Vecinos Los Andes de Heliópolis, señala que «los vecinos de las calles Perú, Lima, Tenerife o Júcar son los que más están sufriendo los problemas de ruido», ante las concentraciones en el Parque Guadaíra, un espacio verde que se copa de adolescentes porque allí «tienen espacio, intimidad y pueden guarecerse bajo la sombra de los árboles». Este representante vecinal comprende «las necesidades de los jóvenes, a los que les faltan alternativas de actividades o lugares de ocio», aunque incide en que «se tiene que poder compaginar la vida de los vecinos con la diversión». Cisneros afirma que en próximas fechas plantearán este problema en una reunión con las autoridades del distrito, que «muestran una actitud colaborativa, aunque otra cosa es que se vaya a resolver esta situación».
El barrio de Los Remedios también es uno de los más afectados por estas concentraciones de alto riesgo. José María Cañizares, líder vecinal, afirma que durante la cuarentena «se han organizado botellones en las terrazas de diversos edificios» del barrio; por lo que en algunas urbanizaciones «la Junta de Vecinos ha optado por contratar a un vigilante jurado para evitar que tuvieran lugar». Cañizares señala que, conforme se empezaron a permitir las salidas a la calle, las botellonas se generalizaron en zonas como «el graderío de las pistas deportivas del Parque de los Príncipes» o las calles peatonales Arqueros y Arcos, donde «los jóvenes se valen de unos maceteros para utilizarlos como mostrador para sus bebidas».
Estas concentraciones «tienden a desplazarse al río, que es una zona más fresca», por lo que otro foco importante es el Paseo Remeros de Sevilla, entre el Club Mercantil e Industrial y el Club Náutico de Sevilla, donde los vecinos sufren los «destrozos de coches y la contaminación acústica por los gritos y los coches con altavoz», sostiene el presidente de la Asociación de Vecinos de Los Remedios.
Los vecinos piden soluciones
La Macarena tampoco se libra de este fenómeno, como explica Ángel Hueso, que señala que los dispositivos que la Policía Local realiza de madrugada en la Alameda de Hércules, expulsa y desplaza a los participantes del botellón hasta la plaza José Luis Vila, dejando por el camino –las calles Peris Mencheta y Arrayán– las botellas rotas y vacías. Las concentraciones en la plaza llegan a prolongarse hasta las cinco de la madrugada, lo que ha llevado a los vecinos de la plaza y del entorno a promover la instalación de un vallado para su cierre, según apunta el presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes Pumarejo- San Luis.
Hueso, que también revela los problemas que sufren por la organización de botellonas los vecinos de la Plaza del Pelícano, considera fundamental la colaboración entre el Ayuntamiento y las asociaciones vecinales para organizar alternativas culturales y deportivas para jóvenes y adolescentes. El presidente de la Intercomunidad Macarena 3 Huertas, Juan Antonio Morales, también se queja de la inacción de la Policía Local ante las llamadas de los vecinos para denunciar la contaminación acústica que generan las reuniones de adolescentes que tienen lugar a diario desde que comenzó la desescalada y que se prolongan hasta altas horas de la madrugada, perturbando el descanso de los vecinos.
ABC ha solicitado al Ayuntamiento de Sevilla información acerca de las actuaciones acometidas por la Policía Local contra el botellón durante la desescalada, aunque no ha facilitado datos concretos. El pasado 17 de junio, el Ayuntamiento de Sevilla, a través de la Policía Local, cuerpo adscrito a la Delegación de Gobernación y Fiestas Mayores, puso en marcha un «dispositivo especial para evitar concentraciones de jóvenes para el consumo de alcohol en la vía pública», aumentando un 25 por ciento las dotaciones policiales para «prevenir las botellonas y actuar en aquellas que se lleguen a producir», en coordinación con Lipasam, que se saldó esa madrugada con 120 denuncias. Desde las redes sociales de Emergencias Sevilla, se han compartido imágenes de intervenciones contra el botellón por parte de la Policía Local en la Alameda de Hércules, Palmas Altas y calle Galaxia.
Herrera, especialista legal en contaminación acústica, afirma que, «pese a las quejas de los vecinos, la Policía municipal es el órgano más atento a esta realidad dentro de lo que cabe» y sostiene que la Concejalía del Medioambiente del Ayuntamiento de Sevilla «no tiene voluntad alguna de acabar con el problema de la contaminación acústica» en la ciudad, porque tiene «prioridades políticas distintas». Actualmente, la organización de estos eventos «atenta al derecho de la intimidad de los domicilios de los vecinos», pero también a la salud y a la integridad de las personas porque «reunirse en un botellón con un número elevado de personas es un riesgo para los asistentes y sus familias».
Desde la Consejería de Salud y Familias de la Junta, se invita a seguir de forma general las medidas de seguridad y precaución planteadas por el consejero Jesús Aguirre en sus diferentes comparecencias, como una correcta higiene de manos, el respeto de la distancia social y el uso de mascarillas. El pasado mes, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Gobierno de España, Fernando Simón, calificó estas concentraciones de «peligrosas para la transmisión del coronavirus» y llamó a los jóvenes a «no olvidar el esfuerzo que están haciendo sus mayores» puesto que pueden exponerles al contagio.