"No se trata de una relación causal", aclara Julio Díaz, doctor en Física y científico titular de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto Carlos III de Madrid. "Es una asociación puramente estadística entre la mortalidad por enfermedades respiratorias y el ruido del tráfico (que es el 80% del ruido ambiental), independientemente del efecto de la contaminación atmosférica química".
Ya en el año 2001 este mismo experto participó en otro trabajo español, publicado también en el European Journal of Epidemiology, que analizaba el vínculo entre el ruido del tráfico madrileño y los ingresos hospitalarios por problemas respiratorios y cardiovasculares. Numerosos estudios previos han señalado otro tipo de patologías ligadas a la audición, a los trastornos del sueño e incluso a enfermedades de la piel. Pero "esta es la primera vez que se establece una relación con mortalidad por enfermedades respiratorias", subraya el científico.
"Por cada decibelio que incrementa el ruido, aumenta un 6,2% la mortalidad relacionada con enfermedades respiratorias en mayores de 65 años con alguna patología (respiratoria o cardiovascular) de base". Así lo observaron científicos del Instituto de Salud Carlos III, del CSIC y de la Comunidad de Madrid, tras analizar los datos de mortalidad diaria por causas respiratorias en Madrid durante tres años (desde 2003 hasta 2005) y las cifras de ruido diarias ofrecidas por el Ayuntamiento de Madrid.
Existe un mecanismo biológico que podría explicar esta asociación. Al parecer, en los ambientes ruidosos podrían elevarse los niveles de una hormona (cortisol) que se libera en situaciones de estrés. "La relación entre el estrés y el ruido está asociada" y, además, "estos niveles también tienen que ver con un sistema inmunológico menos efectivo", agrega el experto.
Aunque el estudio se ha desarrollado en Madrid, "los resultados son extrapolables a cualquier núcleo urbano que registre niveles de ruido similares a los existentes en la capital de España", reseña el artículo. En el periodo de tiempo analizado, "la media de decibelios ha sido de 65 dB (A), justo el nivel máximo que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS)", argumenta Díaz. Las cifras han bailado entre 62 y 71. El 54% de los días se han registrado niveles por debajo de 65 y el 46% por encima. "Madrid no tiene un ambiente especialmente ruidoso".
Sin embargo, dada la conclusión de este trabajo, los autores sugieren que habría que articular medidas destinadas a la disminución de este contaminante físico. Por ejemplo, con coches eléctricos, asfaltos menos ruidosos, poniendo pantallas acústicas en grandes avenidas o árboles que atenúen el ruido, etc.
No obstante, insiste, "nuestro estudio no demuestra causalidad", pero sí pone de manifiesto que, al igual que con contaminación atmosférica, "no hay umbral de seguridad" para las personas mayores mayores con patología de base. "Queremos transmitir que es un problema similar, no menor", destaca el físico. "Las medidas destinadas a reducir la contaminación ambiental también deberían estar orientadas a reducir la acústica".
Y como "si no hay evidencia científica no se toman medidas", este mismo equipo de científicos tiene un próximo objetivo en mente: analizar la mortalidad por enfermedades más concretas (infarto, accidente cerebrovascular, neumonía, insuficiencia respiratoria, epoc…) y durante un periodo de tiempo más largo (en vez de tres, ocho años).
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