Juristas contra el Ruido promueve charlas en los colegios para concienciar a los más pequeños en la importancia de un entorno acústico favorable. En la ciudad de León se abren tres expedientes a la semana por exceso de ruido

CARMEN TAPIA| LEÓN

El poeta Juan Ramón Jiménez decía: «Con ruido no veo». Los niños y niñas de León aprenderán a escuchar el silencio. La asociación Juristas Contra el Ruido llevará a los colegios de León una campaña de concienciación. El proyecto ha comenzado este año como experiencia piloto coincidiendo con el Día Internacional de Concienciación contra el Ruido, celebrado el 25 de abril. Las charlas y las actividades han llegado a trescientos alumnos con edades comprendidas entre los 9 y los 16 años pero el objetivo es acceder a más menores. «Nos volcaremos con la infancia. Son los más receptivos», explica Yolanda Ferreras Pernas, abogada de Juristas contra el Ruido, asociación integrada por 35 profesionales de toda España, uno en exclusividad por cada provincia.

Juristas contra el Ruido desarrolla su actividad en todo el territorio nacional e integra a abogados sensibilizados y especializados en contaminación acústica que promueve la concienciación y facilita información. «Falta concienciación y falta lucha», explica Ferreras. Y la concienciación comienza en la niñez. «La mayor parte de los colegios europeos tienen instalado semáforos acústicos. Aquí estamos muy lejos de eso, pero se pueden hacer actividades para elaborar un mapa de ruido en los centros escolares». La asociación ha decidido promover acciones educativas en diferentes centros escolares, coincidiendo con la celebración del día internacional, para inculcar a los más pequeños la importancia de un entorno acústico favorable.

El ruido no es inocuo. Causa problemas de salud. Sólo en León se ponen tres denuncias semanales por su exceso. El Ayuntamiento de León levantó 138 actas en 2016. En lo que va de año suman ya 49 expedientes, según fuentes municipales. «El 90% de los escolares con los que hemos hablado este año desconocían que no puede hacer todo el ruido que quieran». Para evidenciar el exceso de decibelios con el que se convive en las aulas, Ferreras colocó un semáforo acústico. «Incluso en silencio hay ruido». En las aulas quedó demostrado que en los comedores escolares, por ejemplo, «los niveles sonoros que pueden llegar a alcanzarse exceden en la mayor parte de los casos los límites tolerables y saludables».

Ferreras destaca los hábitos en otras sociedades europeas «es práctica habitual la instalación de semáforos acústicos, indicadores de estos niveles que no deben superarse, y es digno de ver cómo los menores tienen este concepto interiorizado y cómo lo respetan. En nuestra sociedad eso está todavía por llegar, pero ahora mismo nuestra campaña se centra en esa importante lucha».

Tradicionalmente, los estudios realizados señalan que el tráfico es la principal fuente de ruido en las ciudades, pero la realidad es que representa sólo el 6% de las quejas de la ciudadanía. «Las denuncias más frecuentes son las relativas al ocio nocturno que representan un 35% del total, como las discotecas, terrazas, bares y fiestas universitarias, y sus efectos aditivos, como el tráfico asociado, la aglomeración de personas, consumo en la puerta, gritos, peleas, orines, coches, discotecas y botellones», explica Ferreras.

Una gran parte de las denuncias que llegan a los bufetes de abogados por exceso de ruido se pueden solucionar con cambios técnicos de bajo coste económico. «Se puede salvar un procedimiento judicial que cuesta 4.000 euros con una inversión que no llega a los 300 euros. Debemos ser más empáticos con los afectados y con su sufrimiento. Está en juego la salud de los ciudadanos».

El ruido es todo sonido no deseado. Juristas contra el Ruido llama la atención sobre la falta de sensibilidad de ayuntamientos y administraciones y lo hace con una frase que aparece en una viñeta del humorista Forges, premiado por la asociación por su labor de denuncia contra los daños provocados por el ruido. «Cómo estarán las cosas que este año» —dice uno de sus personajes— «el ayuntamiento sólo tiene presupuestados 84.000 ruidos para fiestas».

En la lista de vulneración de derechos están el de la intimidad en el hogar, a un medio ambiente adecuado, a la integridad física, a la libre elección de domicilio y a la salud. «La contaminación acústica ocasiona al año ingresos hospitalarios y muertes prematuras en Europa. Ocho millones de europeos sufren perturbaciones del sueño como consecuencia del ruido. Nueve millones de españoles soportan niveles de ruido superiores a los recomendados por la OMS. Casi un tercio de los hogares españoles sufren molestias por ruidos generados en el exterior de sus viviendas», destaca Ferreras. La abogada insiste en que aunque la normativa podría «completarse y mejorarse», lo que más echa de menos es la aplicación de la norma «de forma rápida y eficaz, así como la adopción de medidas provisionales o cautelares. También faltan mecanismos para la aplicación de medidas correctoras desde un punto de vista jurídico. Es muy importante para el afectado tener una solución técnica a su problema».

Trastornos del sueño, nervios, estrés, ansiedad, agresividad, pérdida de relaciones sociales, aislamiento, soledad, depresión, pérdida auditiva, disminución del rendimiento… «el ruido constituye un serio problema para el medio ambiente y un peligro para la salud pública», insiste Ferreras. «La protección acústica se puede mejorar haciendo pequeñas inversiones durante la construcción con la instalación de materiales absorbentes y aislantes adecuados».

Ferreras destaca como otras fuentes emisoras de ruido las actividades industriales, obras públicas o privadas, actividades comerciales o de servicios, aparatos de aire acondicionado, infraestructura ferroviaria, gimnasios y equipamientos deportivos, servicios municipales de limpieza y mantenimiento o recogida de basuras. «Ha habido un incremento de reclamaciones por el problema que generan las terrazas y veladores, que están constituyéndose en una auténtica servidumbre acústica que los vecinos no tienen la obligación de soportar».

Yolanda Ferreras, abogada de Juristas contra el Ruido. JESÚS F. SALVADORES