La presión sonora en las calles más ruidosas de la capital cae hasta 30 decibelios, la diferencia entre el nivel de un polígono y el de la sierra. “Nos parece casi un sueño. Es un silencio sísmico”, dice un vecino
A los madrileños que sufren habitualmente por el ruido les ha llamado la atención que al coronavirus se le denomine frecuentemente “el enemigo invisible”. Es la misma descripción que ellos han usado desde mucho antes para referirse a un mal que casi nadie entiende en una ciudad donde el ruido es un negocio y una seña de identidad. Viven estos días de silencio con una sensación agridulce. Las paredes han dejado de retumbar, los borrachos ya no cantan a las cuatro de la mañana bajo el portal y nadie interrumpe su sueño, pero es una pena que todo sea a causa de este drama. “Es la primera vez que por razones desgraciadas podemos saber lo que significa el silencio”, dice Emilio Ruíz, uno de los cientos de vecinos atormentados por el WiZink, el cuarto recinto mundial de conciertos. Casi uno de cada dos días en 2019 hubo una actividad lúdica en el recinto de 17.453 personas. “A todos en Madrid les choca estos días salir a la ventana y oír el silencio, pero lo que pasa es que nosotros no podemos disfrutar de la paz jamás”.
Los registros de 33 sonómetros repartidos por la capital consultados por este periódico muestran que el nivel de presión sonora por cada hora ha caído en muchos casos entre 10% y 15 % desde que entraron en vigor hace casi un mes las restricciones. Ese descenso ha supuesto para vecinos del céntrico barrio de Malasaña que el ruido bajase en las noches de 55 decibelios, el objetivo de calidad acústica para áreas residenciales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo normal antes de esta crisis era que muchas madrugadas se superaran los 65 decibelios de forma sostenida durante horas, lo propio de una zona industrial.
Menos ruido por ocio
En un fin de semana de febrero en la Plaza
del Dos de Mayo, la medición del sonómetro
de Blue Noise no bajaba de 50 decibelios.
Ahora, se observa una reducción de hasta
30 decibelios.
15 – 16 de febrero
4 – 5 de abril
70
60
50
40
30
20
El último fin de semana, las mediciones más altas se dieron a las 20.00, concidiendo con los aplausos solidarios.
10
0
Viernes
Sábado
Domingo
Lunes
Fuente: Blue Noise.
EL PAÍS
Menos ruido por ocio
En un fin de semana de febrero en la Plaza del Dos
de Mayo, la medición del sonómetro de Blue Noise
no bajaba de 50 decibelios. Ahora, se observa una
reducción de hasta 30 decibelios.
15 – 16 de febrero
4 – 5 de abril
70
60
50
40
30
20
El último fin de semana, las mediciones más altas se dieron a las 20.00, concidiendo con los aplausos solidarios.
10
0
Viernes
Sábado
Domingo
Lunes
Fuente: Blue Noise.
EL PAÍS
Menos ruido por ocio
En un fin de semana de febrero en la Plaza del Dos de Mayo, la medición del sonómetro de
Blue Noise no bajaba de 50 decibelios. Ahora, se observa una reducción de hasta 30
decibelios.
15 – 16 de febrero
4 – 5 de abril
El último fin de semana, las mediciones más altas se dieron a las 20.00, concidiendo con los aplausos solidarios desde los balcones.
Viernes
Sábado
Domingo
Lunes
Fuente: Blue Noise.
EL PAÍS
La caída del ruido por el tráfico
Mediciones de los 31 sonómetros de la Red de Vigilancia de Control Acústico del Ayuntamiento de Madrid. Variación entre los datos registrados el 28 de marzo de 2020 y el mismo día del año anterior.
-12%
-10%
-9%
El Pardo
Barajas
Pueblo
Pl. Castilla
Cuatro Caminos
Castellana
El Carmen
Esc. Aguirre
Fdez. Ladreda
Vallecas
5 km
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
EL PAÍS
La caída del ruido por el tráfico
Mediciones de los 31 sonómetros de la Red de Vigilancia de Control Acústico del Ayuntamiento de Madrid. Variación entre los datos registrados el 28 de marzo de 2020 y el mismo día del año anterior.
-12%
-10%
-9%
El Pardo
Barajas
Pueblo
Pl. Castilla
Cuatro Caminos
Castellana
El Carmen
Esc. Aguirre
Fdez. Ladreda
Vallecas
5 km
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
EL PAÍS
La caída del ruido por el tráfico
Mediciones de los 31 sonómetros de la Red de Vigilancia de Control Acústico del Ayuntamiento de Madrid. Variación entre los datos registrados el 28 de marzo de 2020 y el mismo día del año anterior.
-12%
-10%
-9%
El Pardo
Barajas
Pueblo
Pl. Castilla
Junto con El Pardo y Fernández Ladreda, las estaciones del centro son las que más caída registran.
Cuatro Caminos
Castellana
El Carmen
Esc. Aguirre
Fdez. Ladreda
Vallecas
5 km
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
EL PAÍS
“Hemos pasado del nivel de un polígono al de una urbanización de la sierra”, dice Salvador Domingo, gerente de la empresa Blue Noise, que desde hace un año mide el ruido en Malasaña con tres sonómetros donados a los vecinos.
Aunque el porcentaje de caída parezca poco, los expertos en acústica dicen que es un cambio brutal porque en acústica tres decibelios suponen el doble de ruido. Para pasar del cero absoluto a 15 decibelios hace falta una pluma; para pasar de 50 a 65 hacen falta varios camiones, dice el gerente de Blue Noise. Eso se debe a que el oído humano percibe los incrementos de sonido siguiendo una escala logarítmica y no lineal.
Los aplausos de las ocho de la tarde son un pico que sobresale cada día, llegando en ocasiones a superar los 82 decibelios de media por minuto. Después vuelve la calma. De madrugada, en algunas franjas horarias el descenso con respecto a las mismas fechas del año pasado ha sido de 30 decibelios de media por hora en la calle Velarde, donde se concentran cinco bares en menos de cien metros. “Nos parece casi un sueño. Es un silencio sísmico”, dice Jordi Gordon, portavoz de la campaña SOS Malasaña, Vecinos en peligro de extinción.
Los sonómetros de la red fija del Ayuntamiento de Madrid, colocados en lugares de tráfico intenso, indican que con respecto a las mismas fechas del año anterior cae más el ruido dentro de la almendra central (dentro de la M-30). El primer día con las actividades esenciales paralizadas, el martes 31, la caída rondó el 5%. Las mayores diferencias se han notado los fines de semana. Por ejemplo el sábado 28 de marzo la presión sonora descendió de media en todo el día 13,5% en el medidor de Escuelas Aguirre, entre la zona comercial del distrito de Salamanca y el Retiro (de 65,8 a 56,9 decibelios). La caída fue de 13,1% en el medidor de Paseo de Recoletos, unos pocos metros al norte de la Cibeles (de 67 a 58,2 decibelios). En los barrios periféricos de la capital se nota menos el descenso. En el del Pilar la bajada fue de 6,7% (de 60,1 a 56,1 decibelios).
“Me siento más relajada”
Muchos madrileños han descubierto sus balcones que hasta esta crisis eran solo un adorno. Se les ve tomando el sol, leyendo, charlando con el vecino o mirando pasar la poca vida por las calles. En algunas vías principales, como por ejemplo Alcalá, es posible que durante el día un sábado o domingo no pase ni un solo coche en varios minutos. El silencio lo rompen autobuses, taxis o las sirenas de las ambulancias.
A los vecinos de la calle Ponzano (60 bares en 450 metros) la cuarentena les cogió con los balcones llenos de carteles que dicen “ruidos no”. Muchos los han retirado y un vecino ha puesto otro que pide que vuelva el ruido, probablemente con ironía. La líder vecinal Pilar Rodríguez dice que con todo el mundo que se cruza estos días comenta esta “sensación placentera”. Ha mejorado el estado de ánimo de todos porque duermen más y mejor.
La reducción desde el estado de alarma
Recoletos
Escuelas Aguirre
Castellana
El Carmen
Se decreta
el estado
de alarma
1 de
marzo
15 de
marzo
31 de
marzo
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
EL PAÍS
La reducción desde el estado de alarma
Recoletos
Escuelas Aguirre
Castellana
El Carmen
Se decreta el estado
de alarma
1 de
marzo
15 de
marzo
31 de
marzo
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
EL PAÍS
La reducción desde el estado de alarma
Recoletos
Escuelas Aguirre
Castellana
El Carmen
Se decreta el estado
de alarma
1 de
marzo
15 de
marzo
31 de
marzo
Fuente: Ayuntamiento de Madrid.
EL PAÍS
“En esta ciudad se habla muy poco de la contaminación acústica, pero te puede volver loco. Te desequilibra, te vuelve irascible, nervioso. Estamos siempre cabreados y ahora nos damos cuenta de que nos ha bajado el tono. Yo me siento más relajada”, dice Rodríguez, de 66 años.
Es tan raro este momento en Pozano que Emilia, vecina de Rodríguez, se despertó el otro día en mitad de la madrugada extrañada porque no se oía nada. No pudo volver a dormirse. “Es extraño pero grandioso”, dice Rodríguez, que estos días de tiempo parado se acuerda mucho de su infancia en Campillo, su pueblo de León.
Cuando vuelva la normalidad será complicado retomar la acción teniendo en cuenta el apuro de los hosteleros. Probablemente muchos bares quebrarán porque no podrán pagar los alquileres estratosféricos de esta calle madrileña del distrito de Chamberí, algunos superiores a 10.000 euros al mes. A Rodríguez le preocupa que los vecinos tendrán que empezar desde cero con su campaña, pero desea que este experimento silencioso les sirva a muchos para tomar conciencia de lo que se pierden.
Las normas contra el ruido en Madrid, principalmente las zonas de protección acústica, son vistas por muchos como papel mojado. Los empresarios abren bares ilegales y hay pocas inspecciones o multas. Madrid es una ciudad ruidosa que atrae a muchos por su vida nocturna y eso genera suculentos beneficios. Por eso los vecinos sienten que sus reclamaciones para que se tenga en cuenta su derecho al descanso no son oídas en el Ayuntamiento.
Por ahora, disfrutan la tregua. Pero irónicamente estos días no se han acabado los conflictos por el ruido. Las víctimas y culpables son otros, dice el abogado Jorge Pinedo, de la asociación Juristas contra el Ruido. “Niños que juegan a la pelota, máquinas de gym, música, bricolaje…”, enumera Pinedo. Poco pueden hacer estos letrados por ellos porque los juicios están suspendidos. “Estamos de meros espectadores”, dice Pinedo. “Somos más psicólogos que abogados en estos momentos”.
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