Michel André cartografía el sonido del mar para combatir la contaminación acústica en los océanos.«La polución sonora amenaza nuestra propia supervivencia»

Michel André (Toulouse, 55 años) quiso desde niño saber cómo se comunicaban los delfines, y ahora trata de proteger esas ‘conversaciones’ con sus investigaciones sobre el ruido bajo el agua. Este ingeniero y biólogo que da clases en la Universidad Politécnica de Cataluña lleva años analizando el impacto acústico de la actividad humana en el mar. Ha explorado los sonidos de todos los océanos del planeta y lo que oye resulta bastante inquietante. Hoy hablará de ello en la Fundación Areces, en Madrid, dentro de un ciclo de charlas organizado por la Sociedad Geográfica Española.

– Así que, a efectos de ruido, el Estrecho de Gibraltar es peor que una gran urbe en hora punta…

-Mucho peor. La intensidad y la diversidad de fuentes acústicas del Estrecho es inaguantable para un oído capaz de escuchar bajo el agua. No hay forma de vivir así. Los peces y toda la fauna marina están alterados por estos ruidos nocivos. El Estrecho y el Canal de la Mancha son dos de las zonas más degradadas del planeta.

«Nadar junto a los grandes cetáceos es una experiencia que no es comparable con nada»

Un intruso a la escucha

-¿Se puede combatir la polución sonora sin dañar los intereses económicos de los estados y las empresas?

– No podemos impedir que los mercantes naveguen o que se siga buscando petróleo, pero es muy deseable que los operadores industriales, las administraciones y la comunidad científica lleguemos a acuerdos para encontrar soluciones que minimicen el impacto acústico que tiene la actividad humana en los mares y océanos. En eso estamos; y aunque es lento aún tenemos unos años de margen.

– ¿Cuál es el sonido que más le ha llamado la atención?

– Hay muchos, tenemos una red de micrófonos por todos los mares que nos proporcionan datos en tiempo real. Pero al que más cariño le tengo o el que más me ha impactado desde el punto de vista científico y personal es estar en mitad de la noche y en medio del mar de Canarias. Tú estás en tu barca. No ves nada, pero con los micrófonos instalados bajo el mar oyes lo que pasa allí. Eres como un espectador, como un intruso porque tu oído no está hecho para escuchar bajo el mar, pero gracias a los micrófonos subacuáticos oyes todos los sonidos, todos los matices del océano y empiezas a imaginarte la vida bajo el agua. Y es fantástico cuando entran en escena los actores y en particular los cachalotes, que tienen un sonido muy complejo. Es muy especial, un momento muy intenso.

– ¿Y a usted, qué música le gusta escuchar fuera del agua?

– El jazz, que por cierto tiene alguna similitud con los patrones acústicos no artificiales que se siguen bajo el mar.

– Ha nadado junto a los grandes cetáceos, ¿qué siente ahí abajo?

– Sí, he nadado con ellos porque es la forma de ver sus movimientos, sus grupos, de entender sus comportamientos. Es una experiencia que no es comparable con nada. No es fácil ponerle palabras.

– ¿Ha pasado miedo?

– Uno tiene tendencia a olvidar el miedo cuando está en presencia de los cetáceos. Pero cuando desaparecen y te quedas solo con cuatro mil metros de agua por debajo de tus pies, ahí sí te puede entrar miedo.

Fuente: ideal.es