“El ruido lo padecemos todos y no saltarán las alarmas hasta que algún informe nacional e internacional haga peligrar a la ciudad como destino saludable y entonces, nos echaremos las manos a la cabeza”

El tiempo pasa sin tomar en serio la urgencia de abordar la alarmante invasión acústica que asalta el espacio público y privado, día a día. Hoy es el mayor contaminante que sufrimos en nuestras calles y en la vida cotidiana.

El ruido lo padecemos todos y no saltarán las alarmas hasta que algún informe nacional e internacional haga peligrar a la ciudad como destino saludable y entonces, nos echaremos las manos a la cabeza.

Los niveles que soportamos en muchas de nuestras áreas vitales se encuentran por encima de los máximos aconsejados por la OMS. Los expertos nos alertan de infinidad de trastornos derivados de la contaminación acústica que afectan a la audición, a la pérdida del sueño, y que provocan agresividad, agotamiento, depresión y bajo rendimiento en la vida social o laboral.

La Unión Europea legisló en 2002 una Directiva que se traspuso en una Ley nacional en 2003 con dos reales decretos que la desarrollan desde 2005 y 2007. La Comunidad Autónoma se ha desentendido totalmente (el Decreto Regional es del año 1998 y no solo está obsoleto, sino que contradice muchos aspectos de la normativa nacional), traspasando toda la responsabilidad a los Ayuntamientos que, en su mayor parte, sin medios humanos ni técnicos suficientes, deben de poner solución a los problemas.

El Ayuntamiento de la ciudad de Murcia aprobó una Ordenanza en el año 2014, siete años después de que se aprobara la nacional.

En Cartagena, la aprobación de la nueva Ordenanza para nuestra ciudad supondrá mejorar aspectos de la vida de muchos ciudadanos. Cuando los medios de comunicación mencionan la nueva Ordenanza de ruido solo se denotan aspectos relativos a los hosteleros y a los vecinos afectados por el ruido de Ocio. Pero la Ordenanza no es solo para ellos, es para todos los que viven y disfrutan la ciudad.

Gracias a la Ordenanza, las viviendas nuevas deberán de garantizar mediante ensayo in situ que cumplen con los niveles de aislamiento para que no tengamos que ‘escuchar’ al vecino.

Gracias a la Ordenanza, la ciudad se desarrollará urbanísticamente teniendo en cuenta la variable acústica.

Gracias a la Ordenanza se mejorará la protección del ciudadano al que el golpe de la puerta del garaje le impide dormir.

Gracias a la Ordenanza se garantizará que todos aquellos actos de especial interés para la ciudad, como la Semana Santa, La Mar de Músicas, Cartagineses y Romanos, las Cruces de Mayo, se puedan celebrar cumpliendo con los requisitos legales que existen en la actualidad.

También es necesaria para el sector hostelero, que de forma pionera a nivel regional podrá instalar legalmente televisiones y música ambiental en las terrazas y podrá hacer conciertos de pequeño formato en sus locales.

Una nueva Ordenanza que favorecerá a los verdaderos profesionales de la hostelería evitando la proliferación de locales regentados por mercenarios del ocio que únicamente buscan grandes beneficios sin apenas inversiones, y, sobre todo, les ofrece una garantía de que, cumpliendo los requisitos establecidos, su local no estará a merced de terceros intereses.

Y, por supuesto, ayudará a que los vecinos que sufren el ruido del ocio en zonas acústicamente saturadas, puedan implantar planes específicos que supongan disminuir las molestias que padecen.

Y sí, seguro que la Ordenanza es mejorable en alguno de sus aspectos, por eso mismo no habrá que tener miedo ninguno a mejorarla y modificarla cuando proceda. Pero, el primer paso es aprobarla y empezar a aplicarla.

Habrá que preguntar a nuestros representantes: ¿y el ruido pa’ cuándo?