Si tomamos conciencia de cómo, entre todos, subimos el volumen de la ciudad, podremos mitigar las consecuencias de la contaminación acústica en nuestra salud

Los barceloneses conviven en el día a día con ruidos constantes que, aunque estén normalizados, afectan a la salud. De hecho, la contaminación acústica es considerada el tercer factor ambiental más perjudicial para la salud por detrás de la contaminación del aire y del humo del tabaco, pero la solución también está en manos de los barceloneses: reduciendo el tráfico y el volumen cuando salimos en grupo por la noche influimos en las fuentes de ruido más importantes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no exponerse a valores superiores a los 65 decibelios (A), de día, y a los 55 dB (A), durante la noche, sin embargo, en barrios como Eixample, Gràcia o Ciutat Vella se superan los 70 dB (A) ya sea por culpa del tráfico o del ocio nocturno.