La Policía Local advierte a los responsables de las molestias, pero ante las restricciones para hacer mediciones dentro de las viviendas solo multa a reincidentes o desobedientes
Zumba en el salón, la televisión y la radio todo el día encendida, música a todo volumen, fiestas nocturnas, conversaciones de balcón a balcón a deshoras, cumpleaños entre cuatro paredes, pequeñas reparaciones en el domicilio para las que antes no se disponía de tiempo, niños saltando y corriendo por los pasillos,… Como consecuencia del confinamiento, la tensión entre vecinos puede estallar por el exceso de ruidos o simplemente por molestias que, aunque no excedan el nivel de decibelios permitido, acaban con la paciencia de quien vive aislado en su domicilio.
En un mes de confinamiento, entre el 13 de marzo y el 13 de abril, la Policía Local ha recibido 313 avisos por molestias y ruidos, más del doble que en el mismo periodo 2019, en el que se atendieron 145, según ha contabilizado el Ayuntamiento. Sin embargo, solo en dos casos se han traducido en una denuncia. Como consecuencia de las medidas de distanciamiento social, los agentes no pueden realizar mediciones de ruido en el interior de las viviendas. Así, según explica el concejal de Protección Ciudadana, Fernando Carabias, ante este tipo de quejas, los policías se personan en el lugar y les advierten que dejen de molestar ya que la reincidencia sí podría traducirse en una multa administrativa vinculada a la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, que ya no exigiría medir el exceso de decibelios.
Hasta principios de abril, todos los salmantinos a los que la Policía llamó la atención por las molestias que generaban a sus vecinos habían atendido a las advertencias de los agentes municipales, pero en las últimas dos semanas se han tramitado, al menos, dos denuncias. Por un lado, en la madrugada de Domingo de Resurrección, en torno a las 2:30 horas, agentes municipales se personaron en una residencia universitaria de la calle Lumbrares (San Bernardo), ante las llamadas de los vecinos que se quejaban porque se oía a jóvenes cantando y música muy alta. La decena de estudiantes que permanecen confinados en ella habían montado una fiesta en el garaje del centro. Los efectivos municipales les instaron a que disolviesen la celebración. En principio obedecieron, pero los agentes, que continuaban en el lugar, comprobaron que a los pocos minutos se repitieron los ruidos. Como resultado de estos hechos, levantaron acta de propuesta de sanción. En la misma línea, la otra denuncia tramitada fue a un vecino que se negó a bajar la música.
Así, los avisos más frecuentes a la Policía a través del 112 son por quejas de ruido. Por encima incluso de las alertas que se derivan a los agentes municipales por incidentes de carácter sanitario, que no llegan a las 300 incluyendo tanto los ocurridos en lugares públicos como en domicilios. En lo que se refiere a las molestias por ruido solo parecen haber descendido las relativas a animales, que han pasado de 11 a 8. Los motivos de este descenso no están claros y pueden ir desde la simple casualidad hasta que las mascotas estén más acompañadas o paseen más.
A las ocho de la tarde, la “hora feliz”
El sorteo de un cochinillo, verbenas, “Resistiré” a todo volumen, conciertos improvisados, una caravana de coches patrulla con las sirenas encendidas, autobuses tocando la bocina… Tras los aplausos de las ocho de la tarde, llega la catarsis. Muchos salmantinos aprovechan este momento para comunicarse con sus vecinos y tener un poco de vida social que le permita evadirse del confinamiento. Es la “hora feliz” de los salmantinos. Por ello, el Ayuntamiento, a través de la Policía Local, decidió hace semanas que entre las 19:30 y las 20:30 debía ser más transigente con el exceso de decibelios. Se ha establecido un período donde hay más permisividad para el ruido, que se extiende media hora antes y media hora después de los aplausos ciudadanos, para que en este tiempo los vecinos tengan un momento de distensión.