El otro peaje de la León-Astorga: los vecinos de las travesías urbanas que cruza esta carretera denuncian el martirio diario de la circulación por la carretera con más aforo de la provincia frente a los cuatro carriles de la AP-71 infrautilizados.
Es un martilleo diario, un runrún sin fin, un murmullo de fondo que acompaña la vida diaria de los vecinos que hacen pasillo a la Nacional 120 en el cinturón urbano de León. Las localidades de San Miguel del Camino y Valverde de la Virgen se han amoldan a la presión diaria de casi treinta mil vehículos, al zumbido constante de una circulación que se mete en las viviendas y en la vida de los habitantes de la zona. Y sin visos de solución. La travesía urbana de la carretera que cruza estos dos núcleos, entre los más poblados del municipio de Valverde, arrastra un tráfico continuo. Por eso los vecinos se declaran expectantes ante la reapertura del melón de la supresión de peajes, alimentada por la negociación de los departamentos de Fomento de las administraciones central y autonómica.
«Si esta carretera tiene tanta presión es porque el peaje de la autopista León-Astorga ahuyenta la circulación, sobre todo camiones; eso es incuestionable», lamenta uno de los vecinos, víctimas colaterales de la gestión del tráfico en esta arista al oeste de la capital. La traza de la N-120 resulta esencial para la comunicación y el desarrollo económico de la provincia. «Pero eso no lo tenemos que pagar los vecinos de estas localidades, especialmente por el tránsito del tráfico pesado», argumentan tras conocer las reticencias de la administración a incluir en sus gestiones la bonificación del peaje de la AP-71, que corre paralela al sur, a menos de un kilómetro de distancia.
Los afectados reivindican sobre el estruendo que los camiones dejan a su paso entre tres kilómetros de itinerario urbano, con dos cambios de rasante de por medio, que amaga con llevar el escenario de la circulación a través de una montaña rusa. «De noche, a veces resulta ensordecedor, insoportable; un martirio», se quejan ante la falta de soluciones; a sus demandas y a las de los políticos locales que insisten ante Fomento, una y otra vez, para que acabe con la barrera disuasoria de la autopista de pago. «Es que si vamos al fondo de las consecuencias, yo por vivir aquí tengo menos derechos que zonas urbanas liberadas de esta circulación; que yo sepa, por ninguna ciudad dejan circular camiones del tonelaje que soporto yo delante de mi casa; dos carriles saturados aquí y cuatro vacíos al lado; este es el asunto», opone un vecino de San Miguel, ante su vivienda, al pie de la acera, al pie de la carretera.
Al pie, tráfico incesante. Los habitantes del entorno recuerdan con cierta nostalgia los años en los que la circulación era intermitente. «Había días de menos presión, de cierta holgura, hasta para cruzar a uno u otro lado». «Ahora lo que hay son horas infernales; la salida de los fines de semana; las ocho de la mañana; el mediodía; el atardecer», resumen entre ruido, en este otro peaje de la León-Astorga.
Fuente: diariodeleon.es