La ciudad sobrepasa un 27% los límites de contaminación acústica por la noche, según datos del propio Consistorio de Madrid. Los vecinos de Centro están hartos de que su barrio sea un «parque temático» de ocio ruidoso

Se han preguntado, ¿a qué suena Madrid? Las respuestas pueden variar según la zona de la ciudad en la que uno resida pero si se es vecino del centro todas las respuestas incluirían el calificativo «alto» en ellas. «Tengo un concierto en mi salón a diario», expresa María, una vecina de la calle Fuencarral que tuvo la desgracia de comprar un primero en un edificio en el que tiene un piso turístico arriba y músicos callejeros tocando todo el día justo debajo de su ventana.

«Si al vivir en el centro tienes la sensación de ser un ciudadano de segunda, si lo haces en la calle Fuencarral es ya como ser de tercera». Así explica María a EL MUNDO la impotencia que vive a diario. Esta vecina lo ha intentado todo, desde llamar a la Policía o realizar quejas al Ayuntamiento, pero los agentes no pueden prohibir las representaciones callejeras si constan de permiso y el Consistorio sólo le ha respondido remitiéndole a la legislación vigente. «Me planteo mudarme pero yo no podría alquilar mi casa con ese ruido», manifiesta.

El Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento defiende que ha creado las Zonas de Protección Acústica Especial (ZPAE) para luchar precisamente contra el ruido provocado por el ocio. El generado por el tráfico rodado dicen, según el Mapa de Ruido que crearon en 2016, ha conseguido reducir el número de personas afectadas en un 46% en el periodo diurno y un 38% en el nocturno desde el 2011.

Sin embargo, este 2018 no está siendo tan positivo y menos en horario nocturno. Madrid sobrepasa un 27% los límites de contaminación acústica por la noche, según los datos del propio Consistorio analizados por la agencia Servimedia. Durante el día tampoco se acaban de respetar los decibelios que marca la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica, ya que el porcentaje en el que se supera el límite es de un 13,5%.

Laura Freixas, escritora, es de los vecinos que vive en una de las ZPAE creadas por el Consistorio. Ella reside desde 2006 en un piso de la plaza de Chueca, por lo que está dentro de la de distrito Centro. Trabaja en casa, por lo que el tema del ruido le afecta «personal y laboralmente». «Al runrún de las terrazas te acostumbras pero lo de los músicos callejeros… la música es alegría; no debería ser una invasión del espacio», describe.

Esta escritora dice que escucha hasta 20 veces la misma canción al día interpretada por unos músicos que «son muy malos» y, como María, también ha recurrido a la Policía y al Ayuntamiento con idéntica respuesta. «Si sancionaran confiscando los instrumentos ayudaría a resolver el problema», sugiere Freixas. Sin embargo, al contrario que la otra sufridora de la música callejera, ella no se plantea mudarse porque «adora el barrio».

Precisamente, los vecinos de este distrito, a través de la Asociación vecinal de Chueca, fueron invitados como única organización civil en el grupo de trabajo de la Unión Europea en el desarrollo de la que será la nueva directiva sobre Ruido que encargó la Organización Mundial de la Salud en 2010. «Me sorprendió que no hubiera ninguna representación municipal, regional o estatal cuando son los principales interesados», expone Esteban Benito, presidente del colectivo.

A Marisa Donoso, residente de la calle Regueros, no le sorprende: «La Administración nos ha olvidado», y aclara: «Ha caído en los intereses de los bares de copas». Marisa lleva denunciando muchos años que el centro, que «es donde está la historia de la ciudad, se está convirtiendo en un parque temático de bares y discotecas» y cree que existe «corrupción» a la hora de otorgar licencias a estos locales de ocio nocturno. «Reciben infinidad de sanciones y ahí están», manifiesta.

La Policía Municipal es uno de los entes, especialmente su unidad de Medio Ambiente, que sanciona cuando detecta exceso de decibelios por parte de una fuente no autorizada. Lo hacen con el «único elemento objetivo» que existe, que es el sonómetro aunque, desde el Área de Comunicación y Videovigilancia, aseguran que ciertos sonidos, como las voces, no los captan muy bien.

No obstante, según las cifras del propio Cuerpo, el distrito Centro, especialmente por el tema del ocio, acumula la mayor cantidad de denuncias en lo que va de año: 1.194, mientras que el siguiente, que sería el de Tetuán, apenas registra 258. Los que menos acumulan son Barajas y Vicálvaro con 16 y 18 respectivamente.

«Llamo ocho veces a la Policía Municipal y vienen dos». Habla Jose María Robles un vecino del barrio de La Estrella (Retiro) que, desde que llegó a su vivienda, lleva denunciando a un bar que tiene debajo que retuerce los horarios para abarcar desde los cafés de primera hora hasta las copas de la última. Tiene un niño pequeño desde hace poco casi dos años que, noche sí y noche también, se despierta por el ruido que soporta desde la terraza de este establecimiento.

«Denunciar es la única manera», dice Jorge Pinedo, de Juristas contra el Ruido. Pinedo revela a EL MUNDO que, en muchos de los casos que reciben, el demandante ya tiene problemas de salud como «ansiedad o depresión» y que la mayoría no reclama «sanciones sino que se exija modificaciones» a la fuente que produce el ruido. No obstante, Pinedo identifica un momento como clave en el incremento de las demandas por ruido: La ley antitabaco de 2011. «Proliferaron las terrazas como las setas y el ruido se trasladó a la calle», apunta el portavoz de Juristas contra el Ruido. Y en la calle se mantiene, especialmente en el Centro, un distrito que es de los que mayor flujo migratorio ha tenido dentro de la ciudad en los últimos años. «Yo no voy a mudarme, quiero pelear, lucho porque se vayan ellos y el centro vuelva a ser habitable», concluye Marisa Donoso.

Fuente: elmundo.es